El ser humano busca solución a sus problemas, de todas las maneras conocidas e incluso de algunas que no conoce tan a fondo, existen momentos en la vida que llevan a preguntarte que tan natural es lo que te está sucediendo y al no encontrar una respuesta lógica, terminamos inclinándonos hacia otras opciones.
Recargado en la fotocopiadora, escuchaba las penurias de Matías, quien no paraba de quejarse de una racha de mala suerte que lo tenía atrapado desde hacia unas semanas.
-Ah, que caray, mano. Está visto que te urge una limpia.- Comente.
-Sí. Saliendo de aquí me voy derechito a consultar al primer pinché brujo que me encuentre, a ver si me quita lo salado.
Sonreí ante la imagen que me vino a la mente.
Y justo cuando pensaba continuar la broma, intervino en la conversación, un hombre de unos sesenta años de edad, que estaba esperando turno para ser atendido
-Eso no lo diga ni de broma, amigo. Lo peor que puede pasarle con esa suerte que trae, es caer en manos de alguno de esos vivales. Todos son unos malditos estafadores.- La vehemencia de su intervención nos dejo mudos y al no recibir contestación, continuo.
-En el 85, el año del terremoto, mi hija ya había terminado su carrera de administración y estaba trabajando en un banco muy reconocido. Su novio, era ingeniero de profesión, se conocieron en la escuela preparatoria y ya tenían incluso planes de boda, por lo que estaban ahorrando dinero en una cuenta bancaria, querían comprar una casa y amueblarla antes de casarse.
Yo ya estoy jubilado y con mi ahorritos le regale un auto de agencia a mi hija cuando se recibió.
Todo parecía ir sobre ruedas, el era un joven serio y trabajador, que se daba a querer y respetaba a la familia, mi mujer y yo estábamos muy contentos con ese noviazgo.
Un día, inesperadamente rompió su compromiso con mi hija y no hubo manera de hacerlo cambiar de opinión. Mi hija se deprimió profundamente y después de unos días lo busco para que aclararan cuentas del dinero que tenían ahorrado en el banco, el simplemente le contesto que se lo quedara y colgó el teléfono.
Continua en Escuchando Al Pasado
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