Un trece de mayo a las once de la noche, Cástulo y Roberto caminaban rumbo a su casa, por el camino principal. Entre bromas acortaban la distancia que los separaba de su hogar.
- Como se me antoja un cigarrito- Comento Roberto- Pa'l frio, Mano.
- Y otra cervecita, Pa'l calor ¿No?- Se rio Cástulo
Por aquel entonces, no encontrabas tiendas abiertas a esas horas, en ninguna parte del pueblo, tampoco es que hubiera muchas tiendas , en realidad apenas y habría unas cuatro cuando mucho. Por eso cuando Roberto señalo un ligero resplandor, a unos cien metros de distancia, ambos se sorprendieron.
- ¿Desde cuándo hay gente ahí, Tu?- Interrogo Cástulo.
-No sé, nadie vivía por allí.- a sus espaldas escucharon un llamado y al voltear , reconocieron aun en la oscuridad a Hilario, vecino y amigo de toda la vida.- ¡Espérenme, muchachos!- Cástulo, dijo.- En lo que llega el Hilario , voy a echar un ojo, quien quita y es un tiendita.
-¿Tiendita? pos si en la mañana no estaba y ¿quien pondría una tienda acá, si esta tan solo?
- Nada pierdo con asomarme. Total, si no es, no es y ya.- Insistió Cástulo y se encamino hacia el resplandor.- Si es tienda, nos echamos otra cerveza y unos cigarros. Yo invito.- Prometió alegre mientras se alejaba. Roberto sintió como el miedo, aleteaba alrededor de su cabeza como paloma panteonera, pero ¿Que podía pasar? estaban a solo unos metros de distancia e Hilario estaba llegando junto a él. Se saludaron y escucharon a Cástulo decir
- Muchachos, si es tienda. Vengan, yo los invito.
Continua
Se Feliz
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