lunes, 29 de abril de 2013

La Gran Redada, por Carlos Monsiváis

 
A las tres de la mañana del domingo 18 de noviembre de 1901, en la céntrica calle de la Paz (hoy calle Ezequiel Montes) la policía interrumpe una reunión de homosexuales, algunos de ellos vestidos de mujer. (En esta crónica, me atengo a la excelente investigación hemerográfica de Antonio S. Cabrera). La escena, inventada con brío en cada recuento periodístico, es sucesiva o simultáneamente patética o apocalíptica, al gusto de una época que, a través del escándalo se acerca deleitosamente a sus prohibiciones. De ellos, 22 visten masculinamente y 19 se travisten. Este es el repertorio imaginado o extraído de las noticias policiales (no publicadas): faldas, perfumes caros, pelucas con rizos, en una recámara una cama adornada donde hay un niño de mercería, la rifa de un joven agraciado (Bigotitos Rizados), caderas y pechos postizos, aretes, choclos bordados, maquillajes de blanco o de colores estridentes, zapatos bajos con medias bordadas, abanicos, trajes de seda cortos, ajustados al cuerpo con corsé.
 

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