Wilfredo
El teléfono sonó. Solo la familia tenía este número y Wilfredo no conocía el
que aparecía en el identificador de llamadas, levanto la bocina y escucho a
Vanessa. Colgó molesto y por el intercomunicador, ordeno que un par de sus
hombres fueran a recoger a su hija de inmediato. Se echó hacia atrás en su
silla y observo el plafón de su oficina, mientras temblaba de rabia. Vanessa no
era su única hija, este era su tercer matrimonio y en los dos anteriores también
había procreado, pero Vanessa le recordaba mucho a su propia madre y le hacía
sentir un amor especial y consintiendo a esta, intentaba retribuir las penas de
aquella.
Wilfredo nació y creció en un barrio popular, allá al sur del continente.
Apenas aprendió a leer y escribir. Desde pequeño pasaba más tiempo en la calle
que en su casa, aprendió a sobrevivir y cuando logro acomodarse en el cartel
local, se mostró leal y eficiente, fue madurando y escalando posiciones, nunca
lisonjeo a un superior pero tampoco se negó a cumplir órdenes, se ganó el
respeto de sus superiores tanto como el de sus subordinados y cuando el cartel
se expandió en el continente, él fue el elegido para representarlos y asentarse
en este país.
Los muchachos se reportaron, ya
tenían salva a la niña y habían mandado a la chingada al pinche noviecito puto.
Cuando Vanessa llego, le pidió le relatara nuevamente el asalto y cuando ella
decidió narrar el abuso de que fue víctima, el estallo en furia. Su hija no era
una santa, seguro cogía desde tiempo atrás, pero debía ser ella quien decidiera
quien le podía agarrar las nalgas. – ¿Llego el zurdo?-Pregunto.
- Ya salió. Señor.
- Llámalo y que regrese de
inmediato.
Siguelo en Escuchando Al Pasado
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